La Puerta Secreta del Ratón Pérez

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Había una vez, en un pequeño pueblo lleno de flores y árboles frutales, un ratoncito llamado Pérez. Este ratoncito no era un ratón cualquiera, él tenía una misión muy especial: recoger los dientes de leche que los niños dejaban debajo de sus almohadas y, a cambio, dejarles una moneda o un pequeño regalo. Todos en el pueblo conocían a Ratón Pérez y esperaban con ansias su visita cada vez que perdían un diente.

Pero lo que muy pocos sabían era que Ratón Pérez tenía una puerta mágica muy especial llamada «La Puerta del Ratón Pérez». Esta puerta estaba escondida en el rincón más secreto del sótano de una antigua panadería. La puerta era tan pequeña que solo Ratón Pérez podía pasar por ella. Era una puerta de madera brillante con un pequeño pomo dorado y unas letras doradas que decían «Puerta del Ratón Pérez».

Un día, una niña llamada Clara perdió su primer diente. Estaba muy emocionada porque sabía que Ratón Pérez vendría a visitarla. Clara vivía con sus abuelos en una casita cerca de la panadería. Esa noche, puso su diente debajo de la almohada y se fue a dormir muy contenta.

Mientras tanto, en el sótano de la panadería, Ratón Pérez se preparaba para su viaje nocturno. Abrió la Puerta del Ratón Pérez con su llave mágica y, en un abrir y cerrar de ojos, se encontraba en la habitación de Clara. Con mucho cuidado, deslizó su mano bajo la almohada de Clara y recogió el diente. Luego, dejó una brillante moneda dorada en su lugar.

Clara despertó a la mañana siguiente y encontró la moneda. Estaba tan feliz que corrió a contarle a sus abuelos. “¡El Ratón Pérez vino, el Ratón Pérez vino!” gritaba alegremente. Sus abuelos sonrieron y le dijeron: “Sí, Clara, el Ratón Pérez nunca falla”.

Días después, Clara paseaba por el pueblo y decidió visitar la panadería. Le encantaba el olor a pan recién horneado y los dulces que preparaban allí. Mientras esperaba su turno para comprar unas galletas, notó una pequeña puerta en el rincón del sótano. La curiosidad la invadió y, al acercarse, leyó las letras doradas: “Puerta del Ratón Pérez”.

Clara se emocionó muchísimo. ¡Había encontrado el secreto del Ratón Pérez! Quería contárselo a todos, pero decidió mantenerlo como un secreto especial. Sabía que si lo contaba, la magia podría desaparecer.

Cada noche, antes de ir a dormir, Clara pensaba en la Puerta del Ratón Pérez y en las maravillosas aventuras que ese ratoncito vivía. Imaginaba cómo, a través de esa puerta, Ratón Pérez viajaba por todo el mundo, visitando a niños y recolectando sus dientes de leche.

Así, Clara creció sabiendo que la magia existe en los lugares más inesperados y que a veces, los secretos más pequeños pueden traer la mayor alegría. Y cada vez que un niño del pueblo perdía un diente, Clara sonreía para sí misma, sabiendo que Ratón Pérez, con la ayuda de su puerta mágica, vendría a visitarlo esa misma noche.

Desde entonces, la Puerta del Ratón Pérez sigue siendo un secreto bien guardado en el pueblo, y cada niño que pierde un diente se acuesta con la esperanza de recibir la visita de ese ratoncito tan especial. Y quien sabe, tal vez algún día, ellos también descubran la puerta mágica y guarden el secreto de la alegría y la magia que Ratón Pérez trae consigo.

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